Luis Bolívar salva la tarde en Sevilla cortando una oreja
Luis Bolívar en una foto de archivo en Nimes (Francia) en la feria de la Vendimia del 2008
El colombiano Luis Bolívar que cerraba una terna internacional, con tres toreros de distintas nacionalidades, ha sido el único diestro que ha tocado pelo y ha conseguido levantar una corrida que iba camino del fiasco. Hasta ese momento, pocas cosas de interés habían ocurrido en la Maestranza.
Bolívar cortó una oreja del sexto toro del encierro de Peñajara que ha sido a todas luces decepcionante y apenas ha dado la más mínima opción a los tres matadores. Además, entre las notas positivas se encuentra un ’auténtico milagro’ al no estar lamentando a esta hora un percance gravísimo, después de que el banderillero Paco Peña saliese ileso de una espeluznante cogida tras parear al que abrió plaza, que le prendió por la chaquetilla y le mantuvo en el aire durante varios angustiosos segundos. Afortunadamente, todo quedó en eso, un gran susto para todos.
Lo dicho, la única oreja de la tarde fue a parar a manos de Luis Bolívar, de un Peñajara muy alto que saltó en último lugar y que se movió más que sus hermanos, aunque sin demasiada clase. El colombiano estuvo seguro y firme por los dos pitones, robándole muletazos de mérito y estando por encima de la condición del animal, que estaba deseando najarse a tablas. Luis, incluso se gustó en ocasiones en varias tandas con la diestra y algún natural de excelente corte.
Faena venida a más, con un toro que humilló poco y con la estimación de levantar la moral de un público que estaba aletargado por lo tedioso del festejo. Convenció al respetable que le otorgó el trofeo, por una faena inteligente que no tuvo fisuras y sí mucho sabor torero.
El tercero, que tras salir de chiqueros hizo cosas de manso, humilló bien y metió la cara en el capote de Luis Bolívar, que pudo torear con compostura a la verónica. En la faena de muleta, el de Peñajara buscó los tendidos de sol y Bolívar realizó una labor asentada por el pitón derecho, e incluso hizo sonar la música gracias a correr la mano con buen son y por sacar derechazos largos, con el mérito de aguantar el segundo de cada tanda ya que el animal se le vencía, además de lanzar miradas entre pase y pase. Un mansito con genio y chispa en la muleta, sin embargo, no terminó de coger vuelo el quehacer del matador, aunque estuvo muy por encima, y terminó perdiendo el fuelle el toro al interpretar el natural.
El primero astado de la tarde era, ancho de sienes y veleto, más bien sus hechuras eran más típicas de plazas del norte. Este animal tuvo mala condición por difícil y peligroso que no dio ninguna opción a Barrera. El sevillano estuvo con oficio, tragó mucho en cada embestida y jamás se amilanó ante tan nefasto ejemplar. El cuarto fue un astado muy descastado, agarrado al suelo, que no quería embestir con el que no pudo hacer literalmente nada. Correcto sin más.
Por su parte el francés Juan Bautista, recibió con gusto al primero de su lote. Dibujo la verónica, intercaló algún delantal y sus lances gozaron de mucho temple y estética. Apenas se castigó en varas al segundo de la tarde, - en este tercio destacó la variedad capotera de Bautista al manejar con brillantez el percal por rogerinas- que a partir de salir del caballo comenzó a embestir de forma discontinua y tirando cabezazos a los capotes de los hombres de plata.
Esta mala condición la siguió desarrollando en la muleta, acortando el viaje ante un torero que estuvo dispuesto y muy firme. Para colmo, el de Peñajara, se pegó una voltereta tremenda que terminó con él en las primeras de cambio. El quinto fue un enemigo descastado e imposible con el que sólo pudo poner voluntad.
FICHA DE LA SEXTA DE LA FERIA DE ABRIL DE SEVILLA
Sevilla. Miércoles 22 de abril. 6ª de Feria. Casi tres cuartos de plaza.Toros de Peñajara, desiguales aunque correctos presentados. 1º reservón y complicado. 2º brusco y sin clase. 3º manso y con genio. 4º y 5º descastados. 6º manso y con movilidad aunque sin clase.
Antonio Barrera: Silencio y silencio.
Juan Bautista: Silencio y silencio.
Luis Bolívar: Silencio y una oreja.
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