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Doble puerta grande en Las Ventas de Madrid

Los matadores de toros José María Manzanares y Alberto López Simón han dado hoy una grandiosa tarde de toros para el recuerdo donde han cortado cada uno, dos orejas, y han salido a hombros por la Puerta Grande, donde han dejado dos faenas que darán que hablar durante mucho tiempo de recreo y tertulia. Abrió plaza un toro con movilidad, de buena condición pero al que le faltó un punto más de empuje. Sebastián Castella firmó una faena reposada, de mucho equilibrio técnico y en la que hubo muletazos buenos sobre la mano derecha y un final metido entre pitones. Cumplió el torero galo en una labor que no tuvo refrendo con la espada. El cuarto se movió, pero sin terminar nunca los muletazos. Tuvo buena condición pero le faltaron finales. Le costó emplearse y embestía rebrincadito. Castella, muy metido, anduvo paciente en una faena que fue de menos a más. En la segunda mitad encontró el sitio metido entre los pitones y se ajustó con él. En la corta distancia, por tanto, fue donde rayó a más altura. El público acogió bien la labor del francés, que se quedó sin mayor premio por pinchar. Ese fue el borrón. Ovación tras aviso sin llegar a salir a recogerla al tercio. José María Manzanares fue silenciado con el que hizo segundo, un toro noble pero sin clase y que salía con la cara alta de los muletazos. El alicantino cumplió en una labor sin apreturas. Lo mejor, la estocada con la que pasaportó a su oponente. Manzanares realizó una obra cumbre ante el quinto, un gran toro de Victoriano del Río merecedor de la vuelta al ruedo por su enorme clase. Labor perfecta del alicantino con capote, muleta y espada. Tres lances a la verónica y una media monumental sirvieron para recibir a "Dalia", que así se llamaba el estupendo ejemplar. Sobresaliente fue el quite por chicuelinas, ajustándose con el toro y bajando mucho las manos. Luego, llegó una sinfonía muletera de antología. Inspiración constante. Apareció la esencia más pura del manzanarismo. Toreó a compás, con ritmo, apretándose con la embestida por los dos pitones, con muchísima  cadencia, naturalidad, sin forzar la figura... Una serie de naturales quedará para la historia. Varios pases de pecho, también. Cante a la belleza y a la torería, en definitiva. Cosidos los muletazos en un palmo. Enormes los trincherazos y cambios de mano. Consistente su toreo también sobre la mano derecha. Muy entregado desde el principio. El toro embistió con suavidad, ritmo, profundidad, hondura... casi imposible mejorar su modo de tomar las telas. El presidente debió haber asomado el pañuelo azul. La estocada, recibiendo, tuvo el mérito de prepararla a conciencia buscando la querencia del toro. La espada quedó arriba y la muerte del toro fue instantánea. Ni un capotazo llegaron a darle los miembros de su cuadrilla. El presidente concedió las dos orejas del tirón e incluso hubo petición de rabo. Y, si el reglamento dice que hay que estar perfecto en los tres tercios para concederlo, Manzanares lo estuvo. Por otra parte, el madrileño Alberto López Simón tuvo un toro estrecho, de menor presencia que sus hermanos pero que resultó encastado, con mucha movilidad, transmisión y codicia. Tuvo pujanza el de Victoriano del Río, que repitió en la muleta de López Simón. El madrileño cuajó una faena atrevida que abrió en los medios con una buena serie en redondo. La faena tuvo continuidad y ligazón. Buenas y profundas dos tandas sobre el pitón derecho, una en el núcleo central de la faena y otra en el tramo final. De mucha intensidad el conjunto. Contó mucho a la hora de pedir la segunda oreja la suerte suprema: López Simón se tiró con rectitud saliendo volteado del trance. Hubo división de opiniones a la hora de recoger los trofeos. Muy capaz anduvo Simón con el sexto. No tuvo mal fondo el animal, pero le costó emplearse y tampoco duró en exceso. Ejemplar más de inicios que de finales. Simón, espoleado por el triunfo del alicantino, se fue a portagayola. Muleta en mano se le vio despierto, pisándole mucho los terrenos al animal, dejando momentos buenos en la corta distancia, ganándole siempre la acción. Labor valiente, de muchos matices. Mató de una estocada trasera y tendida. Tardó el animal en caer y, quizá, por ello se esfumó la oreja. Hubo una tímida petición.

Madrid, miércoles 1 de junio de 2016. Corrida de Beneficencia. Toros de Victoriano del Río y Toros de Cortés (2º y 6º). Bien presentados, abiertos de líneas, serios, agresivos, bajó algo más de esqueleto el 3º. Nobles, de buen juego, destacando el extraordinario 5º, de insuperable clase, al que el público le pidió con fuerza la vuelta al ruedo, y el encastado 3º. Sebastián Castella, silencio tras aviso y ovación tras aviso; José María Manzanares, silencio y dos orejas con petición de rabo; López Simón, dos orejas y ovación tras leve petición. Entrada: Lleno de "No hay billetes". El Rey emérito Juan Carlos I preside el festejo desde el Palco Real acompañado de su hija, Doña Elena, sus nietos, Felipe Juan Froilán de todos los Santos y Victoria Federica, y la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes.

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