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Andrés Manrique Rivera corta la primera oreja de la feria del Café de Manizales (Colombia)

La plaza de toros colombiana de Manizales, volvió a celebrar su tradicional feria del Café.  Entusiastas tres cuartos de aforo, que no se habían arredrado ante la pertinaz llovizna previa, viajaron por un tobogán emocional. Comenzaron arriba y terminaron abajo, debido en partes iguales a la falta de criterio y tino de los espadas y a las carencias de poder y bravura del encierro, negro y diversamente armado que se presentó con 421 kilos promedio y que muy en Jandilla, dejó ver por lo demás un ilusionante fondo de calidad y casta en el primero y el cuarto. Sin embargo, no fue una tarde aburrida, de ninguna manera, ni siquiera por la poca marcialidad de la banda, con su lento y poco brioso ritmo. Pues pasaron muchas cosas. Hubo embestidas, y plausibles momentos de toreo, ovaciones cogidas y una oreja de plaza exigente. Sí, exigente porque la faena de Andrés Manrique al primero “Herrerito”, negro, mulato, cornidelantero fue de mucho temple, ligazón y compostura. La fijeza y pausada repetición del achury favorecía el aseo, pero su escasa codicia no enervaba. Siete verónicas y media, largando tela, ganando pasos, marcando el ritmo y puntualizando en los medios predispusieron la parroquia en favor de novillo y novillero. La puja contra el caballo de Clovis en el picotazo ganó palmas a partes iguales incrementadas en el quite de gaoneras y fregolina. Las tardanzas en los primeros doblones y la cogida tras una planchada tanda derecha no pudieron romper la conexión establecida entre tendido y ruedo. Con la taleguilla agujerada, tres tandas diestras y una zurda, ganaron jaleo y música por su buen corte. Más naturales de a uno en uno, de diferente precio y ya con el utrero en tablas Bernadinas de cierre y una estocada levemente pasada que bastó, conquistó oreja y palmas al arrastre. El punto de inflexión de la tarde estuvo en la lidia del cuarto. Negro, alto, cornicorto, que salía suelto del capote que cayó en el primer tercio, pero se vino arriba en dos grandes y saludados pares de Carlos Rodríguez. Brindis a César Rincón, y un trasteo inteligente y gustoso vertido en series breves, precisas, embrocadas y rimadas por ambas manos. Iban cinco de ellas y todos a favor de obra, todos. El trofeo estaba listo, cuando el animal se paró y pidió explícitamente la muerte. Y todos también lo supimos, todos, menos Andrés que se empeñó en porfiar y porfiar contra toda lógica, y fue desliendo los buenos recuerdo en un espeso intento de no supimos qué. ¿Buscando qué? Otra cogida, claro, que no logró recuperar simpatías y el pinchazo y la estocada atravesada, que sirvió, menos. La Puerta Grande que se vislumbraba se cerró y un ambiente de frustración cundió en la plaza hasta el fin. Cada quien es el artífice de su propia suerte y a veces de la ajena. Con lo bien qué estuviste ante tu lote ¡Andrés por Diós! Gitanillo de América II, no fue más sensato. Quizá más fogoso sí. Pero cuando la fantasía choca con la realidad esta termina imponiéndose a veces de manera cruel. Tres largas afaroladas de rodillas fueron el explosivo saludo. ¡Pum! La gente a mil. De allí para delante todo a menos. La sosería del novillo chocaba con una vehemencia que no la conmovía. La intrascendencia se alargó, la gente se impacientó y lo expresó, sin ser oída, y la cosa siguió de parte y parte, hasta que la estocada cuarteando nos sacó de penas a todos. El quinto fue flojo, y para completar Cayetano le abrió un tajo feo en el lomo que indignó a la parroquia. Gitanillo, como si nada, pidió lo palos en medio de la ruidosa protesta y su tercio dispar no logró aplacarla. Con todo en contra anduvo la unipase por aquí, por allá, con kilométrica falta de tino y consideración hasta dar con cinco pinchazos un aviso y un espadazo delantero fin a los días del flojo animal. Anderson Sánchez, precedido por su triunfo de Cali, compensó con detalles luminosos la inestable mansurronería del tercero y los aviesos ataques del marrajo sexto. Una antológica y muy jaleada serie de cuatro derechas y una de pecho al uno, que malmató de cinco pinchazos, cogida, aviso y media espada y la estocada de la tarde con la que cobró al sexto tras varios intentos. Lo entendieron, y aunque lo silenciaron en sus dos turnos al abandonar la plaza le despidieron con palmas. Sigue ilusionando el muy novel y valiente lenguazaqueño (cuatro novilladas no más).

Manizales (Colombia), 3 de enero 2022. Plaza Monumental. 1ª de Feria 67. Nubes. Tres cuartos de plaza. Seis utreros de Achury Viejo, bien presentados, flojos y bajos de raza con fondo de calidad 1° y 4°, marrajo el 6°. Andrés Manrique, oreja y silencio Gitanillo de América II, silencio y silencio tras aviso Anderson Sánchez, silencio tras aviso y silencio. Incidencias: Saludaron: Dixon y Santana tras parear el 3° y Carlos Rodríguez tras parear el 4°.

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