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Fallece Alberto Bailleres González a los 90 años de edad en Ciudad de México

Alberto Bailleres González ha fallecido a los 90 años de edad, según han confirmado varios medios de comunicación nacionales, dada su gran relevancia en el mundo de los negocios. Don Alberto nació en la Ciudad de México el 21 de agosto de 1931. Estudio una licenciatura en Economía, y al cabo de los años se distinguió por hacer crecer las empresas familiares hasta consolidar el Grupo BAL como su buque insignia. Andando el tiempo fue el líder de otras muchas empresas como la minera Peñoles, la aseguradora GNP, Palacio de Hierro o el Instituto Tecnológico Autónomo de México, su alma mater, entre otras, donde llegó a destacar de manera muy significativa gracias al orden, la disciplina, la honradez profesional y el trabajo por delante, siempre el trabajo, la palabra clave de su diccionario personal. De su brillante paso por por negocios podrían escribirse muchos capítulos brillantes, sobre todo por la excelencia de su trabajo al que estuvo apegado con gran vocación prácticamente hasta su último aliento, y lo mismo en los toros, ya que desde mediados de los años sesenta, cuando contaba unos 37 años, compró a la familia Martínez Vértiz la ex hacienda de Begoña, localizada en el municipio de doctor Mora, Guanajuato, y se hizo ganadero. La de criador de reses bravas fue la faceta que más le apasionó, pues al cabo de unos años también adquirió la famosa ganadería de San Miguel de Mimiahuápam, que por entonces ya tenía 25 años de historia en manos de don Luis Barroso Barona. Y con ambos hierros consolidó su ascenso en la Fiesta. A la par de la adquisición de la ganadería de Mimiahuápam, don Alberto compró las plazas de toros que tenía Leodegario Hernández, y que durante ocho años manejo con mucha dedicación. De esta manera también comenzó como empresario taurino en cosos como la "Luz" de León, la plaza "Caletilla" de Acapulco, "El Toreo" de Tijuana, la plaza "Revolución" de Irapuato, la Monumental Monterrey, y más tarde con la plaza "Nuevo Progreso" de Guadalajara o la Monumental de Aguascalientes y la plaza "San Marcos" de la misma ciudad. Además de ser un hombre absolutamente dedicado y comprometido a esta actividad de ganadero, que disfrutaba en la intimidad de su casa de Begoña, consolidó amistad con varias figuras de toreo a las que trató con cariño a lo largo de toda su vida, siendo uno de sus mejores amigos el maestro Paco Camino, sólo por citar a uno de los primeros que estuvo cerca de él en sus primeros años como empresario y ganadero, y que encabezaría una larga lista de toreros amigos. Años más adelante cobijó a "Los Begoños", como llamaba cariñosamente a Jesús Solórzano, Manolo Arruza, Miguel Espinosa "Armillita" y David Silveti, que fueron toreros de su casa, y de su paladar de buen aficionado. En la época de los setentas patrocinó el exitoso programa de televisión "Brindis Taurino", de su querido amigo Pepe Alameda, que estuvo al aire desde 1977 a 1987 patrocinado por la Cervecería Moctezuma, otra de sus empresas a través de la que inyectó dinero a la fiesta de los toros por concepto de publicidad. Todavía en años recientes se animó a comprar la ganadería española de Zalduendo, entonces propiedad de Fernando Domecq, con ese afán emprendedor de ampliar su rango de acción. Y también había entablado sociedad con los hijos del inolvidable Manolo Chopera, para dar toros en España en plazas como San Sebastián o Bilbao, entre otras, con un talante más amplio de su influencia dentro del sector. De estas acciones, así como de su regreso como empresario a la Plaza México, se desprendía esa inmensa afición a la fiesta de los toros, al convertirse en uno de los mayores promotores del espectáculo taurino en el país desde hace más de medio siglo. Si en los negocios y la vida social don Alberto siempre mantuvo un perfil discreto, en las plazas de toros adonde acudía gustoso a ver lidiar sus toros, su carácter se expandía con naturalidad y lo mismo saludaba a las personalidades del medio con afecto o a cualquier aficionado que se le acercara. Para la prensa siempre tuvo la gentileza de una entrevista o un comentario, con ese talante del hombre de trato educado que sabe andar por la vida. Los triunfos que obtuvo como ganadero se cuentan por docenas, no sólo en los cosos de provincia, sino también en la Plaza México, siendo uno de los más significativos aquel que alcanzó de la mano de Pedro Gutiérrez Moya "El Niño de la Capea", cuando el salmantino indultó al toro "Samurai", del hierro de Begoña, en el año de 1986. Y como ése otros muchos que ahora mismo sería difícil enumerar, ya que conforman una larga lista. Desde hace ya unos meses, don Alberto había decidido dejar la presidencia del consejo de administración de Grupo BAL, misma que cedió a su hijo Alejandro Bailleres Gual, y en el negocio taurino quedó al frente Juan Pablo, que desde hace muchos años se mantuvo literalmente pegado a su padre en la ganadería y la empresa taurina, atento a ayudarle en todo y con el ánimo de aprender de cuanto su padre le enseñara. Su partida deja un hueco grande de llenar, por lo que ha representado como empresario comprometido con su país y sus valores, hecho que fue ratificado con la condecoración más alta que otorga el gobierno de este país: la medalla Belisario Domínguez, que le fue entregada en el Senado de la República en el año 2015. Pero en la Fiesta Brava deja su legado, seguramente con el ánimo de que su familia siga adelante con el mismo entusiasmo que él demostró por la tauromaquia a lo largo de una fructífera existencia. Desde estas líneas queremos expresar nuestro más sentido pésame a su viuda, dona Teresa Gual de Bailleres, con la que hace un par de años cumplió 60 años de vida conyugal, así como a todos sus hijos, especialmente a Alejandro y Juan Pablo, que han sido los que más cerca estuvieron de el y compartieron su inmensa afición taurina. Descanse en paz don Alberto, el visionario hombre de empresa, orgulloso de México y su gente y, para los taurinos, el señor ganadero de Begoña y los colores de su divisa.

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