Manizales disfruta de una gran noche de toros
El tradicional festival nocturno celebrado anoche en Manizales (Colombia), quedará para el recuerdo. Poco queda por decir; pero para quien no se haya hecho aficionado pegado a estas montañas manizaleñas es importante relatar que la alquimia cuidadosa de Miguel Gutiérrez Botero, el ganadero, cría toros bravos muy cerca del Nevado del Ruiz, producto de la salvaguardia de lo que inició su padre Ernesto, cruzar Murube con Santa Coloma por la misma línea, y ese invento es ahora un encaste propio que es un factor fundamental en la forma particular de apropiar en esta ciudad la afición por los toros; y es que una feria de Manizales sería impensable sin los toros de Gutiérrez, que llevan décadas haciendo que esta afición sea como lo fue esta noche, feliz a instancias del rey de la Fiesta, y eso, por supuesto es una de las maneras más categóricas de hacer afición. Largo contexto para decir que hoy el gran triunfador no fue alguno de los toreros, sino el ganadero al que indultaron dos de sus astados, a uno más lo premiaron con la vuelta al ruedo y los demás fueron aplaudidos en el arrastre. En la noche que se homenajea a la virgen de la Macarena, la afición y los toreros rindieron su homenaje a este símbolo de Manizales, y cada uno a su manera salió a enaltecer esa divisa. El festival comenzó con un novillo típico de Gutiérrez, como prologando la jornada triunfal, bravo, noble, sin una sola mala idea y con una alegría de bravo que de inmediato emocionó a la concurrencia que llenó los tendidos, y Ferrera lo entendió a las primeras de cambio. La liturgia la introdujo el torero con un gesto, dejó al toro en la querencia para que fuera desde allí a recibir la vara en la contraquerencia, y fue; locura total y eso apenas comenzaba. Para que no quedara lugar a dudas de que estábamos frente a un gutiérrez de esos que hace soñar con el triunfo a las figuras, se hizo cargo del tercio de banderillas, para que se viera el tranco; la plaza rugía. En la muleta el toro se arrancaba de largo a pleno galope y Ferrera le propinaba derechazos y naturales de un fondo exquisito. Con tal codicia y transmisión era imposible no armar un lío semejante. Se pidió tempranito el indulto, y el torero correctamente antes que eludir la suerte suprema, siguió exponiendo las virtudes del novillo si es que al palco le quedaba alguna duda. Indulto y dos orejas. La suerte estaba marcada. La faena más honda, más rota, la de toreo más caro, fue la que Emilio de Justo hizo al novillo Emir, que le advirtió pronto al torero que la pelea sería de poder a poder, y así se entendieron; y cuando parecía que el público aún estaba absorto por la faena de Ferrera y el indulto de “Panadero”, y no se percataba de la obra de De Justo, el presidente ordenó tocar el pasodoble Feria de Manizales y todo en adelante fue fervor y efervescencia. El torero a cobrar su sitio y su momento, y el novillo a honrar su casa. No paró de embestir nunca, y nunca dejo de humillar y pasar con la misma bravura aún después de 70 muletazos. Un toro durando lo que duró, embistiendo como embistió y aprovechado de la manera en que lo hizo Emilio con series rotundas, mandonas y templadas, perfectas a derecha e izquierda, no podía terminar de otra manera sino como terminó, con un indulto y los trofeos simbólicos para el torero. Seguía Luis Miguel Castrillón en estricto sentido de oficiante de esta noche litúrgica que honraba al encaste Gutiérrez Arango, la senda de la hondura, de la igualdad, del toma y dame. Toro serio, torero rotundo, toreando despacio, muy despacio sembrado en la arena (en el acerrín realmente, porque con ello acondicionan el ruedo en Manizales los monosabios tras el aguacero), fiel a su concepto de nunca descomponerse y casi parecer impávido e inexpresivo, pero su sentimiento lo transmite sin tanta pinturería y en cambio más temple. Mala suerte con la espada, y lamentable malograr lo que hubiera podido ser un triunfo rotundo. Lo de Román esta noche estuvo lejos de la verdad de hace dos tardes. Quizo dominar desde el comienzo, pero veníamos de ver muy buen toreo, y no seguir ese libreto le pasó factura. El novillo pedía buen trato, y tarde entendió Román que estaba equivocando la lidia. Desde el tendido un aficionado lo increpó y un sector del tendido salió en su defensa. La oreja pareció condescendencia excesiva. La plaza entera estaba dispuesta a pedir con fuerza las orejas para Juan de Castilla porque fue la faena con más significado de todo el festejo. El novillo comenzó poniendo condiciones, y la faena de capa y el comienzo con la muleta transcurrieron entre enganchones, y la vara estaba muy alta como para claudicar o dejarse ganar la pelea, y bien sabido es que De Castilla no está en ese grupo de los que dan algo por perdido sin pelear con todas las armas hasta el final, y la remontada de esta faena fue épica, de menos a mucho más, superando notablemente la adversidad, con Juan poniendo las cosas en su sitio, y la plaza explotando de nuevo emocionada. El novillo también se agrandó, como la faena, y las cargas terminaron igualadas, bravura hecha en las montañas andinas de estas escorrentias azufradas del Ruiz, y torería hecha en el barrio Castilla de Medellín. Atención, el sitio de Juan de Castilla está al alza. No merecía ese infortúnio intentando rubricar la obra con el descabello. Cerró el festejo sin pena ni gloria el debutante Tomás Rufo, que por más que tuvo mucha voluntad, no logró acoplarse a la forma en que embestia el novillo, menos alegre y menos franco que el resto del encierro, a pesar de ello Rufo puso condiciones en algunos detalles con la mano derecha. Con la izquierda no lució nada porque por allí el novillo se quedaba a mitsd de camino. Desafortunado bajonazo que terminó de enfriar lo que nunca se calentó.
Manizales (Colombia), jueves 5 de enero de 2023. Festival nocturno. Novillos de Ernesto Gutiérrez, bravos, nobles, todos aplaudidos en el arrastre. El primero, de nombre Panadero, indultado; el segundo, de nombre Emir, indultado. El quinto, de nombre Florisel, premiado con vuelta al ruedo. Antonio Ferrera, dos orejas simbólicas; Emilio de Justo, dos orejas simbólicas; Luis Miguel Castrillón, silencio tras aviso; Román, oreja; Juan de Castilla, ovación con saludos; Tomás Rufo, silencio. Luego de los prolegómenos en honor a la virgen de la Macarena, el festejo se inició con una cerrada ovación con el público puesto en pie al novillero Marco Pérez.
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