Carta de Victorino Martín a Manuela Carmena por el cierre de la Venta del Batán de Madrid
A la manera en la que las temibles inquisiciones calvinistas reprimían cualquier expresión cultural que se desviara de su rígido dogma moral, la alcaldesa de Madrid doña Manuela Carmena decide censurar una de las expresiones más poderosas de la cultura popular española, la tauromaquia, cerrando el espacio de El Batán en la Casa de Campo. Quizás convenga recordar a la alcaldesa de Madrid que la tauromaquia es patrimonio cultural español, tal y como dicen las leyes vigentes, existiendo un deber de protección y promoción por parte de los poderes públicos. La alcaldesa de Madrid no puede reprimir una expresión cultural por el simple hecho de que no le guste. Quizás convenga recordar a la alcaldesa de Madrid que la tauromaquia es cultura protegida por la Constitución, según dictamen del Tribunal Constitucional. La alcaldesa de Madrid no puede censurar la cultura según sea su percepción moral. Quizás convenga recordar que la propia UNESCO, en su Convención sobre la Protección y Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales, establece “el reconocimiento de la igual dignidad de todas las culturas y el respeto de ellas, comprendiendo las culturas pertenecientes a minorías y las de los pueblos autóctonos”, con el único límite del respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales. La alcaldesa de Madrid no puede pretender que su intransigencia moral esté por encima de las convenciones internacionales. Los poderes públicos no están para decidir qué es cultura y qué no es cultura, sólo el pueblo puede decidirlo libremente. Puede no gustarte una expresión cultural, puedes no entenderla, puedes no compartirla, pero eso no otorga el derecho a nadie a censurar dicha cultura. Los poderes públicos están para fomentar la cultura popular, no para interferir en ella o prohibirla. Entre otras cosas porque manejan el dinero que no es suyo, sino que es de todos. Las administraciones pueden tener discrecionalidad, pero no comportarse arbitrariamente. El impedir que una instalación esencialmente taurina no sea utilizada para su función natural es claramente arbitrario, algo prohibido expresamente por nuestra Constitución. El mundo del toro no estaba pidiendo el mantenimiento por parte del Ayuntamiento de la escuela de tauromaquia, ni subvención alguna. El mundo del toro estaba solicitando únicamente que se mantuviera el espacio de El Batán como punto de encuentro de los profesionales del toro para su entrenamiento diario. Simplemente eso. Puede que hoy haya gente a la que no les gusten los toros que se alegre por el cierre de las instalaciones de El Batán. La cultura de la tauromaquia exalta pasiones en todos los sentidos que puede que hagan perder la perspectiva del fondo del asunto. Pero es un error pensar que esto es una victoria de nadie. Esto es una derrota para todos los madrileños, una derrota de la libertad, una derrota de la cultura en todas sus diferentes expresiones, las compartas o no, te gusten o no. Esgrimir una supuesta superioridad moral para censurar una parte de la cultura es propio de otras épocas, y deja abierta desde luego la puerta a nuevas prohibiciones en función de los gustos morales de una persona. Hoy es la tauromaquia, pero mañana puede ser cualquier otra cosa. Madrid no puede permitir esto. Madrid siempre ha sido la ciudad de la libertad y de la tolerancia. Madrid es la ciudad que no le pide el carnet a nadie, porque todo el mundo es bienvenido. Madrid es la ciudad famosa en el mundo por su carácter abierto, por acoger en sus calles y en sus casas todas las expresiones culturales. Y por eso Madrid es una ciudad rica. La decisión de Manuela Carmena de reprimir la tauromaquia con el cierre de la Escuela de El Batán es una triste noticia para todos los madrileños. Esta noche Madrid se acostará siendo un poco más pobre, y no se lo merece.
D. Victorino Martín
Presidente de la Fundación del Toro de Lidia
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