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Doble puerta grande por segundo día consecutivo en Manizales (Colombia)

Extremadura estará orgullosa de tener una gran cantera de toreros y ayer en Manizales abrieron la puerta grande dos toreros de esa cantera taurina que son Ginés Marin y Emilio de Justo, este último indultó al segundo de la tarde. La lluvia volvió a aparecer. El bravo “Despistado”, número 608, negro, nacido en 10/2016, vuelto, de 452 kilos. Remató en burladeros y se disparó al capote durante siete verónicas y media que le mecieron las acometidas y le pararon con una media de gran factura. La convicción y emoción de las ejecuciones impactaron el tendido. Crecido ante la puya trasera de Clovis empuja, mete los riñones y contagia. Tanto que el picador gana indulgencia con camándula ajena y sale ovacionado. Mientras que en el pinturero quite por chicuelinas y revolera los méritos ya van a partes iguales él y el autor. Brindis al público y dos rodillas en tierra para cuatro circunvoluciones templadas, arrimadas, ligadas y vibrantes que pusieron más presión en la caldera, rematando ya en pie con una derecha, un cambio de mano, un ayudado y un precioso trincherazo. Dos tandas estupendas en redondo de cuatro derechas cada una, rematadas de molinete y pecho, dibujadas con planta y mano firmes, muleta planchada y mucha lentitud. Rebosándose ambos, hacían sentir entre los barahunda que toro y hombre habían nacido el uno para el otro. La banda se sumó con todo al jaleo. Nadie pensaba a esas alturas en trapío, en cuajo ni en romana. Ole y ole. Vaya y venga. La faena fluyó también por la izquierda sin perder liquidez ni encanto y el pasodoble, no me acuerdo cuál, cambió al de las faenas excepcionales en esta plaza el “Feria de Manizales” y de allí a la petición del indulto no hubo sino un paso. Dos veces igualó, dos veces desistió bajo la escandalera y la pañolada perdonavidas y sin mucha tardanza también el amarillo del palco apareció arriba. Simulación de la estocada, regreso a los toriles y una vuelta orgiástica con las dos orejas simbólicas en homenaje a la completa y bella obra. En cambio, sí hubo quinto malo. “Invicto”, un mansurrón bronco, renuente, al que hubo que mover a punta de gritos y zapatillazos, tragarle parones, cabezadas y sudarle mucho hasta que se rajó del todo, antes de ser liquidado con media letal en sitio, para un saludo a la honrada porfía en favor del toro. Ginés Marín, todo ganas, topó con dos de mal estilo pero de talante opuesto, el tercero encastado, el sexto todo lo contrario. Al uno lidiado bajo la neblina y al otro bajo la lluvia. La capa no pudo lucir con ninguno. La muleta fue más hilvanada y coherente con el tercero al cual se impuso e hizo parecer bravo, hasta los amagues y rajada en los finales. La insistencia encontró punteos al trapo y la estocada, tris descentrada tardó y la puntilla a toro levantado salvó la cosa. El palco no se hizo rogar con la oreja. Frente al manso sexto el asunto era la otra oreja, y la salida en hombros. Cómo fuera. El “Negroide”, así le llamaron se oponía, y la vehemente búsqueda del trofeo se tornó en un encontrarle las vueltas y pegarle pases aquí y allá. Esa era la cosa. El espadazo fue afortunado y el palco a favor de obra se manifestó abriendo el portón ansiado, mientras los restos del mansurrón eran protestados. Encima llovía duro, ya lo hemos dicho. Cristóbal Pardo, no tuvo fortuna en el sorteo. Abrió con un soso minicastaño, y tras abundarle con oficio y decoro le puso la espada caída y salió a saludar la ovación. Con el cuarto, también de poca raza y fuerza exhibió su veteranía y oficio. Soba sobando le fue amoldando hasta meterlo en series plausibles de ligazón y compostura. Por ambas manos. A gusto vivía la faena larga, en la que la duración del toro tuvo mucho que agradecerle. Adornos y desplante antes de una estocada bien ejecutada pero desprendida que los paganinis quisieron premiar, pero su señoría no. La vuelta afectuosa y alegre fue la compensación para ellos. La corrida del maestro Rincón, pequeña, liviana rondando los límites de la ley, con escaso cuajo, poco desarrollo testicular, aunque astifina, jugó más hacia el desrazamiento y la justa fuerza que hacia la bravura y nobleza del segundo. Sin embargo, además del indultado, tercero y cuarto fueron aplaudidos en el arrastre. El resto pitados.

Manizales (Colombia). Cuarto festejo de feria. Tres cuartos de entrada en tarde lluviosa. Toros de Las Ventas del Espíritu Santo, correctos en presentación y juego variado, de los que destacó el 2o., que fue indultado. Pesos: 440, 452, 460, 446, 440 y 450 kilos. Cristóbal Pardo: Ovación y vuelta tras petición. Emilio de Justo: Dos orejas simbólicos tras indulto y silencio. Ginés Marín: Oreja y oreja. Incidencias: El toro indultado se llama "Despistado", número 608, negro, nacido en 10/2016 y con 452 kilos. En su vuelta al ruedo, De Justo sacó a saludar al ganadero Rincón. El festejo comenzó 30 minutos después de la hora anunciada debido a la lluvia.

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