Pablo Aguado salva del fracaso cortando una oreja en Valencia
El mal tiempo reinante en Valencia, aplazó 25 minutos el comienzo de la cuarta corrida de la feria de Fallas de Valencia, la corrida del arte con Morante de la Puebla, Juan Ortega y Pablo Aguado ante un cinqueño encierro de Juan Pedro Domecq. Abrió la corrida un un toro bajo y lleno, bien presentado, ancho de sienes y astifino desde la mazorca, con desarrollo de pitón, que salió enterándose. Lo mejor del recibo de Morante, un par de verónicas y la media, superior. Cumplió en varas y no colocó mal la cara, pero salió algo desentendido de los capotes. Comenzó el de La Puebla sin apretar al toro, que tuvo nobleza pero le faltó raza, ayudándolo a afianzarse. Muy despacio, el cambio de mano y, largo, el de pecho. Dos tandas con la diestra, en las que destacó algún derechazo muy templado, pero siempre sin terminar de bajar la mano al final del muletazo, y fue por la espada. El toro, con bondad, dejó estar, pero le faltó transmisión. Estocada corta y caída y descabello. En su segundo antagonista, un toro bien presentado y con cuello, el cuarto humilló de salida en el capote de Morante, que le pegó notables lances a la verónica, pues había que esperar cada embestida del animal, que tomó la seda muy despacio. Al ralentí, antes de rematar con dos medias, cumbre. Salió suelto del caballo. Como a sus hermanos anterioes, le faltó poder al animal, le consintió mucho Morante en el inicio de faena y el de Juan Pedro, que dejaba estar, tomó la muleta en tres tandas macizas y templadas con la diestra. Muy meritorias, por el esfuerzo del torero porfiando estoicamente y provocando una embestida que siempre alargó a base de pequeños toques. Al tomarla con la zurda, se apagó definitivamente el toro. Falló con el acero. El primero de Juan Ortega era bien hecho y serio, astifino y enseñando las puntas, de morrillo astracanado, el segundo humilló de salida y permitió un ramillete de verónicas al ralentí de Juan Ortega. Muy despacio. La media, eterna. Se dejó pegar en varas. Quite de Aguado a la verónica también. Ortega comenzó por alto y trató de ayudarlo a romper, pero el animal pareció venirse a menos y tendió siempre a puntear al final del muletazo. Duró una tanda por cada pitón antes de pararse definitivamente. Lo mató de dos pinchazos y media en buen sitio. El quinto fue alto y bastito de hechuras, con caja y más agradable por delante, el cornidelantero quinto embistió con peor son que sus hermanos. Empujó con un pitón en el peto. Mantuvo esas deslucidas embestidas, a la defensiva y soltando mucho la cara con ‘tornillazos’ secos, tanto en los primeros tercios como en la muleta de Ortega, que lo mostró por ambos pitones y fue a por la espada. Sin opción. Pablo Aguado tuvo un tercer toro aunque algo montado, con menos cuello, astifino desde la mazorca y de pitón negro, el tercero repitió en el percal de Pablo Aguado, que lo toreó a la verónica ganando terreno en cada lance hasta rematar en los medios. Le faltó fijeza y entrega en esos primeros tercios, donde destacó el último par de Iván García. Muy distraído en el comienzo de faena, acabó buscando el abrigo de las tablas. Ahí, en esos terrenos, el sevillano logró ligar varias tandas con la diestra, porque el toro pasaba, pero siempre desentendido desluciendo el trasteo, que no tomó vuelo. Un pinchazo hondo y descabello fueron suficiente para ‘despenarlo’. Como el anterior, el sexto tuvo romana, rozando los 600 kilos, toro alto y ensillado, que abría más la cara. Repitió en el capote de Aguado que se estiró con garbo a la verónica. Cumplió en los primeros tercios, donde, pese a ir a media altura, tuvo ritmo y recorrido, y el sevillano, sabedor de ello, brindó al respetable. Construyó una faena medida, basada en la mano diestra, en la que aprovechó esa profundidad del burel, que tuvo nobleza y más transmisión. Hubo suavidad y mucha torería: en la forma de caminar al toro, de salir del embroque, en los remates por bajo… Hubo trincherillas de cartel. Se volcó sobre el morrillo y cobró una estocada perpendicular, suficiente para pasear una oreja.
Valencia. Cuarta de la Feria de Fallas. Toros de Juan Pedro Domecq, cinqueños, bien presentados. El 1º, noble, pero le faltó raza y transmisión; el 2º duró muy poco, parado en la tercera tanda; el 3º, desentendido y rajado; el 4º, dejó estar, pero le faltó vida; el 5º, deslucido y a la defensiva; y el 6º le faltó entrega, pero tuvo ritmo y recorrido. Morante de la Puebla, silencio y ovación tras aviso. Juan Ortega, silencio en ambos. Pablo Aguado, silencio y oreja. Entrada: Más de tres cuartos de entrada en tarde desapacible, ventosa y con lluvia intermitente y racheada. Incidencias: Tras finalizar el paseíllo, el público obligó a saludar a la terna como agrade
Festejo para mañana en Fallas, quinta de feria: Toros de Victoriano del Río Cortés y Toros de Cortés para Diego Urdiales, José María Manzanares en su primera tarde y Andrés Roca Rey.
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