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Sebastián Castella y Luis David Adame cortan una oreja en Aguascalientes (México)

Tras cuatro años sin pisar Aguascalientes, el torero francés Sebastián Castella se reencontró con el México taurino, su público… y su toro, en este caso "Coquetón", del hierro de José Barba, ganadería debutante que se formó hace varios años con simiente de Teófilo Gómez. Y desde luego que el torero francés recordaba a "Guadalupano", como un botón de muestra de alguna de las muchas faenas importantes que ha cuajado en los ruedos de este país, y entonces la inspiración brotó a cada palmo delante del cuarto de la noche, un toro que le permitió sacar su versión más madura y artística. Porque después de dos años retirado, en los que se dedicó a pintar capotes, hizo labor humanitaria en Ucrania, y ocupó su tiempo en otras cosas ajenas al toro, el de Beziers regresó a esta tierra donde vivió en su etapa más tierna como novillero, y donde goza de un cartel ganado a pulso a lo largo del paso del tiempo. Qué importante es que los toreros descansen, se olviden de los públicos, y que los públicos vuelvan a disfrutar cuando las cosas salen como hoy en la Monumental hidrocálida, donde Sebastián ya había realizado una primera faena de series templadas y sentidas por ambos pitones, que terminó por emborronar con la espada, ante el primer toro de su lote, apenas un bosquejo de lo que vendría minutos más tarde Y cuando "Coquetón" apareció en la arena, en cuarto lugar, Sebastián comprendió que no podía desaprovechar ese dechado de clase, la del “toro artista” que, en su día, José Roberto Gómez se dedicó a criar y que hoy, en esta ganadería jalisciense, una especie de "sucursal" de la queretana, le permitió expresar tantos sentimientos. Así fluyó Sebastián en una faena torera, en la que la mayor cualidad fue haber llevado en la línea a "Coquetón", consentirlo mucho, y acariciarlo en cada uno de los muletazos que fueron hechizando a un público ávido de emociones renovadas, las de un maestro que aquí se siente como en casa y que vino a constatar lo que tantas veces dijeron las figuras de otra época: el toro de México ayuda a acentuar el temple de los buenos toreros. De esa manera discurrió el trasteo ante el toro de José Barba, que luego de 15 años de sacrificios y esfuerzos, consiguió debutar en la monumental de su tierra, y lo hizo con prometedores resultados de cara al futuro, y que ese toro sirvió para demostrar que avanza por el camino correcto para convertirse en la que será una ganadería “torerista”. Los naturales de trazo largo de Sebastián, en los que se plantó firme sobre la arena para rematar los muletazos llevando el pico por debajo del a pala; pases lujosos, tersos, y también los remates de pecho, en los que se recreó, barriéndole a "Coquetón" el lomo de pitón a rabo sabrosamente, ejecutados en rectitud de ese viaje humillado y de gran calidad que desarrolló el toro de José Barba. Y de haber estado más contundente con la espada, se le hubieran concedido las dos orejas de "Coquetón", pero poco importó eso si lo mejor ya había sucedido: el reencuentro con un torero que hoy, en Aguascalientes, demostró que todavía tiene cosas por decir. Espoleado por la magnífica faena de Sebastián, y sin haber conseguido redondear con el primer toro de su lote, Luis David buscó las vueltas para reinventarse luego de esa faena que tuvo momentos de mucho empaque, toreo de cintura rota y acompañamiento, delante de un toro noble con el que buscó trascender. Sin embargo, el hecho de no haber medido bien la duración de la faena le impidió redondear de la mejor forma, y aquel buen intento se fue diluyendo hasta provocar el desencanto de un público que le había coreado el quite y un vistoso tercio de banderillas. En el quinto sucedió otro tanto, y aunque este toro se prestó poco al lucimiento, Luis David estuvo muchos minutos buscándole las vueltas sin encontrar eco en el tendido debido a que el de José Barba no se empleaba en la tela y embestía con docilidad, pero sin transmisión. Y tuvo que venir el toro de regalo, un sobrero de San Isidro, hondo, amplio de pecho, que tuvo la virtud de desplazar con cierta soltura los 587 kilos que pesaba, en una faena esforzada a cargo de Luis David, en la que destacó, sobre todo, la claridad de ideas para inventarse una faena que agradó a la gente y que culminó de una comprometida estocada a un tiempo, que le valió el corte de una oreja. El otro hidrocálido de esta combinación era José Miguel Arellano, que hoy no sólo vio cumplido el sueño de convertirse en matador de toros, sino de manos de un padrino, como Sebastián Castella, que siempre estuvo en el anhelo de su cartel ideal para una faena tan señalado, y con más razón en presencia de su querido amigo de la adolescencia, como ha sido Luis David. Al toro de la ceremonia lo toreó bien a la verónica y, sin achicarse con el compromiso, le hizo una entonada faena en la que sobresalieron los naturales y los redondos, haciendo gala de clasicismo y un buen concepto del toreo. Una estocada caída le impidió cortar la oreja que ya tenía en la espuerta, y aunque le gente la pidió con insistencia, el juez de plaza, el matador César Pastor, no la concedió con el argumento de la mala colocación. En el sexto, un toro castaño, Arellano volvió a estar enfibrado pero sin poder estructurar mejor su faena, debido a que el de José Barba tenía una embestida informal y nunca se entregó a la muleta de un torero al que habrá que tener presente, pues viene a engrosar las filas de los jóvenes espadas que están pidiendo paso.

Aguascalientes, Ags.- Plaza Monumental. Tercera corrida de feria. Media entrada, en noche calurosa, con algunas ráfagas de viento. Toros de José Barba, de bonita lámina en su conjunto, por bajos y reunidos, nobles, de los que destacó el 4o. por su clase, premiado con arrastre lento y uno de San Isidro (7o. como regalo), muy hondo, manejable. Pesos: 510, 500, 504, 486, 528, 498 y 587 kilos. Sebastián Castella (fucsia y oro): Palmas y oreja. Luis David Adame (verde bandera y oro): División, silencio y oreja en el de regalo. José Miguel Arellano (negro y oro), que tomó la alternativa: Vuelta tras petición y palmas. Incidencias: Arellano se doctoró con el toro "Uva Negra", número 331, negro zaino, con 510 kilos.

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